Se apartó el cabello de la frente una vez más, y sus ojos se hicieron más oscuros con la intensidad de sus palabras. Esta noche querría saciarme rápidamente y luego salir de la ciudad, internarme en los bosques. Salir donde no hubiera hombres ni mujeres cerca. Perderme donde sólo estuviera el viento y los árboles en sombras y las estrellas en el cielo. Bendito silencio. Acudió de nuevo a la ventana. Su espalda era erguida y estrecha, y sus manos, a los costados, parecían vivas con las sortijas de piedras preciosas. Y, al surgir de los gruesos puños de una prenda de hombre, aquellas delicadas manos suyas parecían aún más finas y exquisitas. Debía estar contemplando las altas nubes envueltas en sombras y las estrellas que titilaban a través de la capa púrpura de niebla vespertina.
¿Para qué contarles nada de mí? Quizá lo había percibido en ella desde el primer momento, en sus preguntas no formuladas. No pretendo juzgarte. Cruzó los brazos y se apoyó en la ventana.Sencillamente, no lo entiendo. ¿Por qué nos escribías? ¿Por qué nos mandabas regalos? ¿Por qué no cogías ese fuego blanco de la luna y te ibas con él donde te apeteciera? ¿Y dónde querría yo ir? Lejos de todos los que he conocido y amado.
Si sigues tu conciencia, haces lo que quieres. Pero era algo más sencillo todavía. Quería que tuvieras la riqueza que te entregaba. Quería... que fueras feliz..Puedo ver, tocar, oler... . Pero es como si fuera algo que no se puede ver, que no puede afectar a las cosas.
¿Y cuánto tiempo crees que te sostendrá ese ver, ese tocar, ese oler y ese beber, si no hay amor, si no hay nadie contigo?
¡Oh!, ¿por qué me molesto en decirte todo esto?. Estoy contigo. Estamos juntos. No sabes lo que era esto cuando estaba solo. ¡No te lo puedes imaginar!Moví la cabeza como para expresar que la idea era increíble. Mis ojos recorrían las joyas y pensé en todos los regalos que había mandado, en la casa de muñecas.¡No! ¡Dios, no!
La miré. Ella asintió ligeramente, como aprobando mi respuesta. Y se apartó los cabellos de la frente una vez más con gesto distraído
Cuando era pequeño, solía hablar de los lugares donde habías estado y me enseñabas grabados y vistas de Paris. ¿Te acuerdas de aquellos libros de imágenes? Y también tenías diversos objetos, pequeños recuerdos de todos los lugares que habías visitado.
Quiero que vayamos a todos esos sitios. Quiero verlos ahora .Deseo verlos y vivir en ellos. Y quiero ir más lejos todavía, a lugares que, jamás había soñado visitar. Escribiremos nuestros propios cuentos
La lección que debes aprender de esto es que nada puede destruir lo que eres ahora. Todas las heridas que recibas sanarán. Eres una diosa.
—Y la diosa tiene sed —
"Yo atravesaba cada noche aquella arboleda, salvando el estrecho puente de madera que cruzaba la corriente"
"De vez en cuando, un ligerísimo indicio de la proximidad de la presencia hacía volver la cabeza"
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