Silencio que naufraga en el silencio
De las bocas cerradas de la noche.
«Por azar esa palabra que define lo
que el camino entrega al que anda sin
pasado, sobre el borde, y trata luego
de volver o borrar sus pasos.
Como si desde allí soñaras que la noche
fuese humana, quizá tímida y menos
duradera.
El tren lluvioso de la sangre suelta,
el frágil tren de los que se desangran,
el silencioso, el doloroso, el pálido,
el tren callado de los sufrimientos.
Ahora subes de nuevo, agoniza el carbón
enrojecido, suspira el humo, suspira la
máquina.
Cuenta que tú sangre es más densa,
y que también huiste y hallarte en la
vía buscando el centro de la tierra.
Detenerse en el túnel la larga noche,
solloza. No hay estaciones donde
detenerse, ni paradas previas, si no
es en un repecho o en la estación del
olvido.
Para vivir, basta con un rincón de Paz.
Y el resto seguirá allí, hasta que todas
las luces se van apagando y otras generaciones de extranjeros crean que
en el fondo del túnel.
Se escucha el ruido y la furia antes de
que el silencio sea completo.
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