Voy a París, ciudadano.
No te hagas el delicado. ¿Sabes dónde está el muelle de las Flores? No, pero esa palabra de flores me agrada. Me veo ya instalado en el muelle de las Flores. ¿Por dónde se va?
-Baja ahora todo recto la calle, y llegarás al muelle.
-Muelle, eso quiere decir que está junto al agua -Exacto.
-Y el agua, ¿es el Sena? -El mismo.
-¿El muelle de las Flores está a orillas del Sena, entonces?
-Conoces París mejor que yo, ciudadano. -Gracias, adiós
Esa palabra encantadora de «muelle de las Flores» le había engolosinado.Se imaginaba ya en un pequeño cuarto cuyo balcón daba sobre aquel maravilloso muelle de las Flores. Se olvidaba de diciembre y del cierzo, se olvidaba de la nieve y de esa muerte pasajera de toda la naturaleza. Las flores acababan de abrirse en su imaginación bajo el humo de sus labios; no veía más que jazmines y rosas, a pesar de las cloacas del barrio.
Cuando daban las nueve llegó al muelle de las Flores, que estaba perfectamente sombrío y desierto, como lo están los muelles del norte en invierno. No obstante, aquella noche esa soledad era más negra y más sensible que en otra parte. Tenía mucha hambre, tenía demasiado frío para filosofar en el camino; pero no había posada ninguna en aquel muelle.
Alzando los ojos vio por fin, en un rincón del muelle, una gran linterna roja, en cuyos cristales temblaba un cabo de vela grasiento.
El fanal colgaba y se balanceaba al final de una horca de hierro, muy propia, en aquel tiempo de revuelta, para colgar a un político. No vio más que estas palabras escritas en letras verdes sobre el cristal rojo:
Se alquila - Cuartos y gabinetes amueblados. Golpeó con fuerza en la puerta de una avenida; la puerta se abrió y el viajero entró a tientas.
Una voz ruda le gritó. -¡Cierra la puerta!
Y un gran perro que ladraba parecía decirle:
¡Cuidado con las piernas!
Estaba tan contento que pagó quince días por adelantado, por miedo a que fueran a discutirle la posesión de aquel alojamiento precioso.
Hecho esto, se acostó en una cama bastante húmeda; pero para un viajero de dieciocho años toda cama es una cama.
Y además, ¿cómo hacerse el difícil cuando se tiene la fortuna de alojarse en el muelle de las Flores?
¿no es siempre el paraíso el lugar en que se invoca a los ángeles?
DE CÓMO ESTABAN CERRADOS LOS MUSEOS Y LAS BIBLIOTECAS; PERO DE CÓMO ESTABA ABIERTA LA PLAZA DE LA REVOLUCIÓN.....
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