martes, 25 de noviembre de 2014

" ALMAS SIMPLES "



La mente no puede leer el futuro.
Cogerá tu historia, tu pasado, analizará la situación presente junto con los datos almacenados y formulará su hipótesis de lo que acontecerá. Limitando con ello las posibilidades a lo que ya ocurrió y arruinando la vivencia de la experiencia en su plenitud.
¿En serio quieres jugar a ese juego?
 La sociedad en la que vivo me indicó que en la vida debía ser alguien.
Hoy le agradezco a la vida que me enseñe que mientras sea alguien, nunca podré ser yo mismo.
 La libertad de gobernar nuestras propias vidas.
Al fin, pensé, hemos llegado a la raíz del asunto. El conflicto era esencialmente religioso, aunque adoptase numerosos disfraces.
El mes pasado  un centenar de obispos, cardenales y rabinos firmaron una declaración en apoyo de la política internacional.
Muchos jefes están ciegos. Han sido corrompidos por los superseñores. Cuando comprendan el peligro será demasiado tarde, La humanidad habrá perdido su iniciativa y será sólo una raza subyugada, si no lo es ya.
 Hay otra cuestión. Tenemos muchas quejas contra los superseñores, pero detestamos, sobre todas las cosas, esa manía de ocultarse.  
 ¡Y ni siquiera usted lo ha visto¡ ¿Puede sorprender acaso nuestra desconfianza?
 ¿A pesar de todo lo que ha hecho en favor de la humanidad?
 Es la nada más absoluta. No sé que nos ofende más, su omnipotencia, o esa vida secreta.
Si no tiene nada que ocultar ¿por qué no se muestra abiertamente?  No tienen nada que decir, nada por lo menos que nos pudiera convencer.
¡ Democracia !  ¡Tonterías ¡
En eso ya hemos estado de acuerdo otras veces. Podemos discutir incansablemente y siempre llegamos al mismo punto: ¿por qué no se muestra en público?  Mientras no se decida a hacerlo yo seguiré elaborando mis teorías.  Espero, que en una noche oscura un periodista llegue en un cohete y entre por la puerta de atrás con una cámara fotográfica. ¡Qué primicia sería!
 Los superseñores no tratan nunca separadamente con Estados o gobiernos. Han tomado la organización de las Naciones Unidas tal como la habían encontrado al llegar, dando sus instrucciones para instalar el indispensable equipo de radio, y comunicado sus órdenes por boca del secretario de la organización.
 




Es asombroso que tantos abusos, locuras y maldades pudiesen ser borradas
totalmente por esos mensajes del cielo. Con la llegada de los superseñores las naciones saben que ya no tienen por qué temerse unas a otras, que las armas existentes son inútiles ante una civilización capaz de tender un puente estelar. De modo que el mayor y único obstáculo para la felicidad de los hombres es anulado. Siguen funcionando las democracias, las monarquías, las dictaduras benévolas, el comunismo y el capitalismo. Muchas almas simples, que están convencidas de que la suya es la única forma posible de vida. Están dejando pasar el tiempo para introducir luego un sistema que borrara todos los otros sistemas sociales, y que por la misma razón no se molestan en hacer reformas políticas sin importancia. Pero ésta como todas las otras especulaciones sobre aquellos seres son meras hipótesis. Nadie conoce Nadie conocerá los motivos, y nadie sabe hacia qué futuro están arreando a la humanidad.
Es posible, también, que estoy comenzando a identificarme con los superseñores, y desinteresándome de la humanidad.
Ésta es otra de esas noches inquietas en las que el cerebro me da vueltas como una máquina abandonada por su operario. Sé que es inútil tratar de conciliar el sueño he llegado a una posición en la que ningún bien personal, ni ninguna ceremonia, pueden añadir algo, bueno si añadiré que la gente comienzan acostumbrarse al imperceptible gobierno, también  a sentir impaciencia por saber quién les gobernara.
¿ Y de le qué puedan acusarles ?

sábado, 22 de noviembre de 2014

" LA MANO SIN PENSARLO "



Ella no lloró. Durante un momento, no hizo nada. Recordó la cueva de Palestina, la linterna. Probablemente, llegaría en algún momento de la noche. Todo aquel viaje...
Bueno, le daría el papel, si le servía, y le contaría las cosas que me habían dicho…
¿Como qué?
 ¿Como una boda o algo por el estilo?
Carcajadas de ambos.
—No exactamente, ¡más bien como un funeral!
Están haciendo demasiado ruido, que tienen todas esas leyes y que están difundiendo por todas partes que van a cargarse al pueblo, todos ven televisión y leen sus libros como si fuera la Biblia. Se sirven del lenguaje que utilizan, como Don Oscuro. Te digo que es lo más estúpido que he visto en mi vida, querer quemarlo en la hoguera y usar las cenizas para pinturas silvestres. Nunca lo conseguirán.  No hay manera.

—Hostias, pues van al mismo lugar que nosotros, pero nosotros vamos para alistarnos con todo si nos quieren.
Había intentado leer sus libros, (la historia completa de los tíos Mandatarios, desde los tiempos más antiguos y todo el rollo), pero habían demasiadas palabras largas y me dormía. Decían que sólo con que consiguiese engancharme me encontraría el gusto y podría leerlo realmente rápido. Ellos siempre llevan ejemplares consigo, y también del primero, cuyo título no puedo recordar nunca correctamente. A veces,  lo leo en voz alta, pero no puedo seguir caigo en profundo sopor y concierto de ronquidos. Lo saben todo, los viejos europeos. Saben cómo empezó, saben cómo podemos continuar y continuar si aún estamos por aquí, y llegar a vivir años y convertirnos en mármol.
—Joder! Esto es cojonudo. ¿No tenemos bastante con no poder andar por un Seven Eleven sin que bajo sus luces la gente se te quede mirando?
 Tú ya no necesitas nada más del Seven Eleven, respondió con una calma absoluta, pero con toda la razón del mundo.
Una vez, una persona de la gran ciudad dijo a su madre que lo que hacía era realmente arte popular. «Se están riendo de ti» ¿No te enteras? ¿Acaso compró o veo alguno de tus horrores?
 ¿Sabes lo que me parecen esas cosas que hacen? Te voy a decir lo que me parecen. ¡Parecen grandes mentiras de almacén de baratijas!
No discutir. Sólo ofrecer la otra mejilla.

BIENVENIDOS A GIN CITY.
DAMOS LA MANO SIN PENSARLO.
 





 En la luz de la vela, juntos, ella misma había quemado el incienso, había colocado ante ellos las flores; había jurado no revelar nunca el lugar del santuario a menos que otros  llegaran para destruirnos para robar a los que tenía a su cargo y atracarse con glotonería  original y poderosa.
Pero de aquello hacía mucho tiempo, cuando el mundo estaba dividido en tribus e imperios ,cuando héroes y emperadores eran divinizados en un día, había tomado afición a las elegantes ideas filosóficas.
Ahora sabía qué significaba vivir. Díselo a la montaña, la luz de la luna reflejada en la nieve la cegó un momento y ella levantó los ojos a las estrellas, que parpadeaban a través de una delgada capa de nubes pasajeras. Escuchó, para intentar oír otras voces que no escuchaban.  Pero no oyó ninguna transmisión clara y vital, sólo un leve palpitar, a mucha distancia, a sus espaldas, elevándose de la oscura colmena.

jueves, 20 de noviembre de 2014

" DESFILE DE BRILLANTES "



No eres responsable de haber estado perdido, pero sí lo eres de no trabajarte para encontrarte ahora. No eres responsable de haber sido herido, pero sí lo eres de no trabajarte para sanar ahora. No eres responsable de lo que te pasó de niño, pero sí lo eres de no trabajarte para integrarlo ahora. Inicia tu proceso de sanación, responsabilizarte de quién eres ahora. Leva anclas, abandona las quejas, zarpa del pasado.
 Es fácil seguir tus instintos y hacer lo que quieres, cuando vas al unísono de la gente que te rodea, del ambiente en el que te mueves. Lo difícil es ser tu mism@, seguir tus instintos y hacer lo que quieres, aunque esto signifique ir a contracorriente. Es en estos momentos, donde puedes percibir la presión externa y la interna con sus deberías, justificaciohnes, etc..



..



































La gran aventura de nuestras vidas.. ¿Qué es "el fin del mundo" salvo una frase?;
porque ¿quién sabe siquiera lo que es el mundo? Yo ya he vivido, he visto las ilusiones de uno hechas trizas por otro, he sido eternamente joven, carente de ilusiones, viviendo de momento a momento de una manera que me hizo imaginar un reloj de plata repiqueteando en el vacío; con la superficie pintada, las manecillas delicadamente talladas sin que nadie las mirara, iluminado por una luz que no era luz, como la luz con la que Dios creó al mundo antes de que creara la luz. Latiendo, latiendo, latiendo, con la precisión del reloj, en una habitación tan vasta como el universo.
 De repente sentí el deseo de estar en el cuarto, escuchando el sonido de las voces de las mujeres, que suben y bajan con los Aves, el ruido de los rosarios, el sonido de las velas de cera. Pude recordar las lamentaciones. Era algo palpable, como si fuera ayer, detrás de una puerta. Me vi.caminando rápido por un corredor y abriendo suavemente la puerta.
La gran fachada de la catedral se levantó en una enorme masa oscura del otro lado de la plaza, pero las puertas estaban abiertas y adentro pude ver una luz suave, trémula. Era la tarde del sábado y la gente iba a la confesión para la misa del domingo. Las velas ardían en los candelabros. Al final de la nave, el altar se elevaba entre las sombras cubierto de flores blancas.
No tenía miedo. En todo caso, deseaba que pasara algo, que esas piedras temblaran cuando yo cruzara el atrio en sombras y viera el distante tabernáculo en el altar. Recordé que había pasado en una ocasión cuando las vidrieras estaban radiantes y los cánticos resonaban. Entonces había vacilado, preguntándome si había algún secreto que no me hubiesen revelado. Sentí ganas de entrar, pero había rechazado la idea, deshaciéndome de la fascinación de las puertas abiertas, la multitud de gente haciendo una sola voz.
 Ahora no sentí miedo," en todo caso sentí ganas de tener algún temor, de encontrar alguna razón para tener miedo cuando avanzaba lentamente a lo largo de los altos muros ensombrecidos. Hacía frío y estaba húmedo pese al verano.
 "Oye y ve", me dije a mí mismo. Y con este acto de voluntad, mis sentidos emergieron del tormento. A mi alrededor, en la penumbra, oí el susurro de las oraciones, el leve repiqueteo de los rosarios; el suave gemido de la mujer que se hincó en la duodécima estación.
 De improviso me puse a buscar esa muñeca en el recuerdo, del modo absurdo y frenético de quien busca algo en una pesadilla, llegando a puertas que no se abren o cajones que no se cierran, sin saber por qué su esfuerzo. Palpaba en la oscuridad nada excepto las húmedas paredes de ladrillo.

 ¡ Por qué la súbita visión de una silla con un mantón encima me inspira ¡

lunes, 17 de noviembre de 2014

" BLANCAS ESTANCIAS "



Me hallaba en la cima de la colina, bajo el claro de luna, e intentaba no ver aquel paraíso. Intentaba imaginarme a los que amaba. ¿Estarían reunidos aún en el bosque de cuento de hadas, en el bosque de árboles monstruosos donde yo había visto rondar a mi madre? ¡Si pudiera ver sus caras, oír sus voces!
¡Ayúdame! ¡Ayúdanos a todos! No me rindo, pero me doy cuenta de que estoy perdiendo .Estoy perdiendo mi mente y mi alma. Mi corazón, ya no lo tengo.
Pero estaban más allá de mi alcance; una gran extensión de kilómetros nos separaba; no tenía el poder de salvar tal distancia. En lugar de ello, contemplé aquellas colinas verdosas, salpicadas de pequeñas granjas, una imagen del mundo de ilustración de libro, con flores creciendo en profusión, con las rojas poinsettias elevadas como árboles. Y las nubes, siempre cambiantes, zallando como altos veleros con viento en popa.
 ¿Qué pensaron los europeos al ver por primera vez aquella tierra fecunda rodeada por el mar centelleante?
Y pensar que los europeos habían llevado allí la muerte, provocando la desaparición de los nativos en pocos años, destruidos por la esclavitud, por las enfermedades y las crueldades sin fin. No queda ni un sólo descendiente de sangre de aquellos seres pacíficos que habían respirado aquel aire balsámico, que habían recogido los frutos de los árboles que maduraban todo el año, y que quizá habían creído que sus visitantes eran dioses que no podrían sino devolverles su amabilidad.
Ahora, a lo lejos, en las calles, tumultos y muerte se desatan, y no por causa nuestra. La historia invariable de este lugar sangriento, donde la violencia ha florecido durante  años como florecen las flores; y eso a pesar de que el espectáculo de las colinas surgiendo a través de la niebla podía romper el corazón.
Pero nosotros habíamos llevado a cabo a la perfección nuestro trabajo (ella, porque era la autora, y yo, porque no hice nada para detenerla), nuestra tarea en los pequeños pueblos desparramados a lo largo de la sinuosa carretera que conduce a esta cima boscosa. Pueblos de diminutas casas pintadas de colores pastel y bananos silvestres.



 Aún  las mujeres cantaban, a la luz de las velas. Estábamos solos. Mucho más allá del final de la estrecha carretera, donde el bosque crece de nuevo, ocultando las ruinas de una antigua mansión que un tiempo había presidido el valle como si de un castillo se tratara. Hacía siglos que los colonos la habían abandonado, siglos que habían danzado, cantado y bebido su propio vino en el interior de aquellas estancias (que ahora se desmoronaban) mientras los esclavos lloraban.
La buganvilla, fluorescente bajo la luz del claro de luna, trepaba por las paredes de ladrillo .Un gran árbol había brotado de entre las baldosas del suelo, y ahora, cargado de capullos blancos, empujaba con sus nudosas ramas los últimos restos de vigas que un tiempo habían sostenido el tejado.
Ah, quedarse allí para siempre, y con ella. Y olvidar el resto. Sin muerte, sin matanza.
Quizá quise creer que era una diosa; hasta que despertó. Hasta que me habló .Hasta que sonrió. Otra vez estaba como ausente, se alejó, lentamente, indecisa; salió a la terraza y miró hacia la playa. Qué manera más informal de moverse
.¡ Los antiguos habían apoyado los codos en las balaustradas del mismo modo!

sábado, 15 de noviembre de 2014

" MENTIRAS DELIRANTES "



Yo no conocía el idioma, pero comprendí la palabra
¡Osas venir a mi templo!   Y otra vez el idioma se me escapó, pero el significado me quedó por telepatía. Has descarriado a estos desesperados inocentes; tú, quien se ha cebado con sus vidas como una sanguijuela a punto de reventar.
¿Qué derecho tienes a condenar mi culto?
¿qué derecho tienes, tú, que has permanecido sentada y callada en tu trono desde la aurora de los tiempos?
—Los tiempos no empezaron contigo. Yo ya era vieja cuando tú naciste. Y ahora me he levantado para reinar, tal como era mi destino.  Eres mi primer y gran mártir.
Temblé. Me hice temblar. ¡Tenía que comprender aquel hechizo! Era un truco del poder, algo definible y mensurable, pero permanecía drogado por la contemplación de ella, por los himnos, por el suave envolvimiento de aquella sensación: todo está bien, todo es como debería ser.
Desde los recovecos soleados de mi mente, me vino a la memoria un día (un día como muchos otros antes ) un día del mes de mayo, en nuestro pueblo, el día en que habíamos coronado una estatua de la Virgen entre los campos de flores de suave fragancia, en que habíamos cantado exquisitos himnos. Ah, el encanto de aquel momento, cuando habían levantado la corona de azucenas blancas a la cabeza de la Virgen, cubierta con un velo. Por la noche había regresado a casa cantando aquellos himnos. En un viejo libro de plegarias encontré una imagen de la Virgen, y me llenó de encanto y de maravilloso fervor religioso, como el que sentía ahora, desde algún lugar en lo más profundo de mí, donde el sol no había penetrado nunca.
El viento arreciaba con violencia a lo largo del valle; arriba, en la montaña ,la campana del templo taño con otro repique apagado.
Había empezado a nevar, al principio con suavidad, después intensamente, la sensación de bienestar se había disipado, y todos los aspectos crudos del momento estaban de nuevo claros, eran ineludibles.  Innegables demostraciones de poder, trastornador , sobrecogedor.
Luego un dulce y leve sonido rompió el silencio; cosas que se hacían añicos arriba en el templo; cosas cayendo, rompiéndose.
Me volví y la miré. Continuaba en el pequeño promontorio, con la capa suelta en sus hombros, su piel tan blanca como la nieve que caía.
El campanario se estremeció; un estruendo estrepitoso hizo eco en los desfiladeros más alejados; y las piedras se derrumbaron, el campanario se desmoronó. Cayó hacia el valle, y la campana, con un repique final, desapareció en el blando abismo blanco.



Yo era consciente de que mi cuerpo no tenía frío a pesar de la nieve. Que no estaba cansado por el esfuerzo. Ciertamente mi piel estaba más blanca que nunca. Y mis pulmones tomaban el aire con tanta eficacia que no podía oír siquiera mi propia respiración; incluso mi corazón marchaba con más suavidad, con más regularidad. Sólo mi alma estaba magullada y dolorida.
Sentí sus manos en mis hombros.
De súbito eché a temblar de miedo. Temblaba. Por primera vez supe lo que significaba de verdad aquella palabra. Intenté decir algo más, pero tan sólo tartamudeé. Finalmente exploté: respondió, con su leve sonrisa, tan hermosa como siempre. ¡Yo soy la razón, yo soy la justificación, yo soy el bien !
Su voz tuvo una frialdad colérica, pero su expresión vacía y dulce no había cambiado Ahora escúchame, hermoso mío —prosiguió—. Yo te quiero. Me has despertado de mi largo letargo ,me has despertado para mi gran objetivo; me produce alegría simplemente mirarte, ver la luz en tus ojos azules, escuchar el timbre de tu voz.  Pero pongo a las estrellas por testigo que tú me vas a ayudar en esta misión.  ¡Enviar a esas almas ignorantes a predicar por el mundo mentiras delirantes!

jueves, 13 de noviembre de 2014

" ISLA CRUEL "

 ¿Por qué has elegido este camino? Tú sabes bien por qué.  Porque es el mejor camino. Es el único camino, es la clara visión después de años en busca de una solución. Pero eso no puede ser verdad, no lo puedo creer. Desde luego que puede ser la verdad. ¿Crees que para mí es un impulso?  Yo no tomo las
decisiones como tú. Tu juvenil exuberancia es algo que aprecio, pero tales pequeñas posibilidades hace tiempo que ya no existen para mí. Tú piensas en términos de vidas, en términos de pequeños logros y de placeres humanos. Durante años he meditado acerca de mis propósitos para con el mundo. Y la evidencia de que tengo que proceder como he decidido es abrumadora. No puedo convertir esta tierra en un jardín, no puedo crear el Edén de la imaginación humana...,a menos que elimine casi por completo a los hombres. ¿Y con eso quieres decir matar al cuarenta por ciento de la población de la Tierra?
¿No me negarás que esto pondrá fin a las guerras, a las violaciones, a la violencia?
Pero la cuestión..
.No, responde a mi pregunta. ¿Niegas que pondrá fin a la guerra, a las violaciones, a la violencia?
Hablo en serio. Contesta a mi pregunta .¿No es eso serio? El precio es inaceptable. Es locura; es genocidio, va contra la naturaleza.Cálmate. Nada de lo que dices es verdad. Lo que es natural es simplemente lo que he hecho. ¿No sabes que los pueblos de la Tierra limitaron, en el pasado, la descendencia femenina?            ¿No sabes que mataron a las niñas a millones porque sólo querían hijos varones ,para que esos hijos pudieran ir a la guerra? Oh, no puedes imaginar hasta donde llegó el alcance de esos actos.Y ahora se va a preferir a las hembras en lugar de los varones, y no habrá guerra. Y respecto a los crímenes que los hombres han cometido contra las mujeres: si en la Tierra hubiera una nación que hubiese cometido estos crímenes contra otra nación, ¿no sería considerado como un exterminio? Y no obstante, cada noche, cada día, en todos los rincones de la Tierra, se cometen crímenes semejantes, sin parar.
 Pensé en las viejas palabras, palabras que me había dicho mientras transcurría en la época de las pelucas empolvadas y de las zapatillas de satén. ¿Es éste en verdad el destino del mundo?  Ah, no eres más que un soñador. ¡Cómo eliges tus ilusiones! ¡Fíjate en los países orientales, donde las tribus del desierto, ahora ricas por el petróleo que han extraído de bajo las arenas, se matan unas a otras en nombre de Alá, su dios!
La religión no está muerta en la Tierra; y nunca morirá.  ¡que ajedrecistas no sois!;
vuestras ideas no son más que piezas de ajedrez. Y no podéis ver más allá  del tablero en donde las colocáis, dispuestas de éste o aquél modo, según convenga a vuestras pequeñas almas éticas.






No.hay nadie que pueda detenerme, hombre o mujer. Y, por primera vez desde que el hombre levantó la quijada para matar a su hermano, veremos el mundo que pueden llegar a crear las mujeres y lo que las mujeres enseñarán a los hombres. Y, sólo cuando los hombres aprendan, se les permitirá circular otra vez libres entre las mujeres.
¡Tiene que haber otro camino! Oh, dios, yo no soy perfecto, soy débil, no soy mejor que la mayoría de hombres que han vivido. Ahora no puedo abogar por sus vidas. No podría defender la mía propia.
 Pero, por el amor de todas las cosas vivientes, te suplico que abandones esta idea, esta matanza total...
Dime cuál es el valor de la vida humana.. ¿No es ifinito? .
Recuerda tu visión del Jardín Salvaje, en la cual los principios estéticos son los únicos principios duraderos: las leyes que gobiernan la evolución de todas las cosas, grandes y pequeñas, de los colores y las formas en gloriosa profusión, y de la belleza. Belleza por todas partes. Eso es naturaleza. .
¿No comprendes que los hombres nunca harán nada por la paz, si no es soñar con ella?

¡ El mundo no es esta pequeña isla cruel !

lunes, 10 de noviembre de 2014

" SUITE GUALDA "

Me había levantado y había hechado a andar. Entre en el espacio tan parecida a la Isla Gualda, con sus atrayentes tiendas, música y luces inacabables, cristales resplandecientes.
   Ya eran casi las ocho y había estado andando sin parar, huyendo de dormir, huyendo del sueño. Estaba lejos de cualquier música y de cualquier luz. ¿Cuánto duraría la próxima vez?.Me detuve, dando la espalda por un momento al viento, escuchando las campanadas de algún lugar, avistando un sucio reloj encima de la barra de una casa de comidas .El viento se lanzó a ráfagas, me empujó por la acera unos pocos pasos y me dejó temblando.Tenía las manos heladas. ¿Había experimentado alguna vez en mi vida aquel frío? Con obstinación, crucé la calle con los peatones, por el paso cebra, y me detuve ante el escaparate de grueso cristal de una librería, donde pude ver expuesto el libro Hojas Gualdas..
Seguro que lo había leído, devorando cada palabra con aquella horrible, misteriosa forma que tengo de leer, volviendo página tras página sin descanso, disparando los ojos a las palabras, hasta que había acabado el libro; luego lo echaba a un lado. ¿Cómo una criatura podía brillar con tal belleza y sin embargo provocar una tal...? ¿Qué era?, ¿repulsión? No, nunca me había causado repugnancia, tengo que admitirlo. Lo que siempre había sentido era un deseo arrebatador, y vano.
Una joven entró en el calor de la tienda y cogió un ejemplar del libro; después se quedó mirando por el cristal del escaparate.  El aliento de esta creó un halo de vapor en la superficie vítrea que tenía a centímetros de su rostro. «No te preocupes, querida, soy rico.
Podría comprar la tienda entera con todos sus libros y regalártela. Soy dueño y señor de mi propia isla; soy el favorito del Enano; el cual me concede todos los deseos. ¿Quieres cogerte a mi brazo? Hacía horas que había oscurecido en la costa. La Isla Gualda estaba ya abarrotada de gente.A la puesta de sol, las tiendas, los restaurantes, los bares (en cinco plantas de pasillos ricamente enmoquetados) habían abierto sus anchísimas puertas de una sola lámina de cristal. Las escaleras metálicas plateadas habían iniciado su zumbido de grave vibración. Cerré los ojos y me imaginó las paredes de cristal surgiendo por encima de las terrazas del puerto .Casi podía oír el estentóreo bramido de las fuentes danzantes, ver los largos y estrechos
lechos de narcisos y tulipanes floreciendo eternamente fuera de estación, oír la hipnótica música que retumbaba como un corazón palpitante en las entrañas del conjunto.
Y deambulaba probablemente por las salas de iluminación menguada de la villa, sólo a unos pasos de los turistas y de los comerciantes, pero aislado de ellos por puertas de acero y muros blancos: un extenso palacio de ventanales largos como paredes y anchos balcones sobre la blanca arena. El vasto salón, solitario, aunque muy cerca del alboroto sin fin, presentaba su fachada a las parpadeantes luces de la playa. O quizás había cruzado una de las puertas ocultas que daban a la galería pública. Para vivir y respirar, según mi expresión, en aquel universo seguro y autónomo que habían creado. ¡Cuánto amaba  las cálidas brisas del Golfo, la primavera interminable de la Isla Gualda.
 


Las luces no se apagarían hasta el alba.
—Envía a alguien por mí, . ¡Te necesito! Sabes que quieres que regrese a casa .Naturalmente, había ocurrido así una y otra vez. No se necesitaban extraños sueños o que reapareciera, bramando como cintas y filmes.
Todo iba bien durante meses, mientras me sentía obligado a mudarme de ciudad a ciudad, a batir el asfalto Luego, la súbita desintegración. Me había percatado de que hacía cinco horas que no me había movido de la
silla. O había despertado de repente en una cama asquerosa, de sábanas usadas, asustado,incapaz de recordar el nombre de la ciudad donde me hallaba o donde había estado los día anteriores. Luego llegaba el coche, luego el avión que me llevaba a casa. ¿No me empujaba, de una forma u otra, a aquellos períodos de alienación?  No drenaba, por medio de algún truco de magia negra, todas las fuentes de sostén hasta que  recibía con inmenso alivio la aparición del chofer familiar, el chofer que me llevaba al aeropuerto, el hombre a quien nunca sorprendía mi aspecto de mi rostro sin afeitar.
Cuando al fin alcanzaba la Isla Gualda, Ella lo negaba.
—Has vuelto a mí porque tú has querido, —decía siempre, tranquila, con el rostro radiante, los ojos llenos de amor—. Ya no existe nada para ti, excepto yo. Ya lo sabes. La locura espera afuera.
—La misma historia de siempre —respondía una y otra vez.  Y todo el lujo, tan embriagador, camas blandas, música, la copa de vino en su mano... Las habitaciones estaban siempre llenas de flores; la comida que anhelaba llegaba en bandejas de plata. Yacía repantigado en el enorme sillón de orejas, de terciopelo negro, frente a la televisión: Ella en pantalones blancos y camisa blanca de seda, mirando las noticias,
las películas, las grabaciones que había hecho de sí misma recitando poesía, las idiotas tele comedias, el teatro, los musicales, el cine mudo.
Nadie está escuchando.
Ahora puedes cantar tu canto,
como hace el pájaro, no para el territorio o el dominio,sino para tu auto expansión.
Deja que algo provenga de nada.

sábado, 8 de noviembre de 2014

" ANTIGUAS VERDADES "

En mis sueños sigo abrazándola, ángel, amante
Y en mis sueños beso sus labios amante, musa
¿ Y oye ella mis himnos esta noche, de Damas y Caballeros de antiguas verdades ?
¿ O sube por algún distante sendero donde la poesía y la canción la puedan encontrar ?

   La voz se desvaneció entre una suave estela de notas eléctricas para ser finalmente absorbida por el ruido caótico que la rodeaba. Salió a andar a la brisa húmeda e hizo camino hacia la esquina. Resultaba atractiva la pequeña calle ajatreada. La florista continuaba vendiendo sus capullos bajo el toldo. Tras los cristales de los cafés las personas cenaban o pasaban el tiempo ante sus periódicos.
Ella estaba allí; Lo sentía vaga pero infaliblemente.
   Llegó al bordillo y se detuvo. Apoyó la espalda en el poste de hierro del farol, y respiró el aire fresco que descendía de la montaña. Desde allí, siguiendo la rectilínea se captaba una excelente panorámica del centro de la ciudad muy parecida a un bulevar de París. Y por todas partes en derredor suyo las suaves pendientes urbanas recubiertas de alegres ventanas iluminadas.
   Sí pero..., ¿ dónde se encontraba ella exactamente ?
   Cerró los ojos. Escuchó. Al principio le llegó el gran estruendo desatado de miles de voces, imágenes superpuestas, imágenes entrecruzadas. El ancho mundo entero amenazaba con abrirse y tragarla con sus incesante lamentaciones.
   El atronador clamor se disipó lentamente. Captó un estremecimiento de dolor de un transeúnte que pasó por su lado. Y en un elevado edificio de la colina, una moribunda soñaba en las peleas de la infancia. Luego, en un difuminado y continuo silencio, vio lo que quería ver, que en ese momento se paraba en seco. Ella se sabía observada .Una mujer alta y morena con el pelo peinado en una sola trenza que le colgaba por la espalda, parada en una de las calles limpias y desiertas del centro de la ciudad, no lejos de él. Vestía cazadora caqui, pantalones vaqueros y jersey marrón. Y un sombrero no muy diferente del suyo le cubría los
ojos; sólo una rendija de su rostro aparecía por encima del cuello levantado. Ahora cerró su mente, y se rodeó con eficacia de un escudo invisible. La imagen se vaporizó.





Pero, ¿y los demás? el amable, de pelo oscuro y ojos verdes, cuyos pasos sonaban despreocupados al andar, quien incluso silbaba para sí en las calles oscuras, de tal forma que las personas lo oyeran venir.
Casi al instante, vio que entraba en un salón vacío. Acababa de subir las escaleras del sótano donde había dormido su sueño diurno en una cripta oculta tras un muro. No era consciente de que lo estaban observando. Con sedosos pasos largos cruzó la polvorienta pieza y se detuvo a mirar, a través del sucio cristal, al denso flujo del tráfico rodado. La misma vieja casa  De hecho, poco había cambiado en aquella elegante y sensual criatura que había provocado cierta pequeña agitación con sus confesiones
Excepto que ahora era ¿/quien esperaba ?. Había tenido sueños perturbado res; tenía miedo, antiguas y desconocías añoranzas le llenaban el pecho.
Con reticencia, dejó que la imagen se fuera. Sentía mucho afecto por éste.. Y este afecto no era sensato,  poseía un alma dulce y educada. Sin embargo, estaba seguro de que podría sobrevivir tanto tiempo como ellos. Eran curiosas las clases de valor que contribuían a la resistencia. Quizá tenía algo que ver con la aceptación. Pero entonces, ¿cómo explicar lo de derrotado y lleno de cicatrices y de nuevo en pie?
Ahora sonreía de nuevo. « Eres la criatura más recondenada de la tierra.. ¡Sí, un príncipe malcriado!» Lentamente, reinicio cada detalle del rostro y oscureciéndose con la risa; la generosa sonrisa; la forma en que juntaba las cejas en un fruncimiento juvenil; los estallidos súbitos de ánimo exaltado y el humor blasfemo. Incluso podía avistar la postura gatuna de su cuerpo. Tan poco frecuente en un hombre de complexión masculina. Tal fuerza, siempre tal fuerza y tal irreprimible optimismo.El hecho era que no había formado su propia opinión acerca de la empresa en conjunto, sólo sabía que lo divertía y lo fascinaba. Por supuesto, no tenía intención de vengarse por haber contado sus secretos.
Lo que le importaba era que, por primera vez en muchos años, había advertido que pensaba en términos de pasado y de futuro; había advertido que era más intensa su consciencia...
   Y allí subyacia la estancia de la época, una índole muy materialista, rechazando cada paso de lo milagroso. Con un valor sin precedentes, basando su solidez en las antiguas verdades.
Hace doscientos días habían discutido esas mismas cosas en una isla del Atlántico. El sueño de un mundo sin dios y auténticamente moral, en donde el amor del prójimo sería el único dogma. Un mundo al que no pertenecemos. Y ahora aquel mundo se había hecho casi realidad..
Guardad vuestros secretos,
guardad vuestro silencio.
Es un don mejor que la verdad...






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