No eres responsable de haber estado
perdido, pero sí lo eres de no trabajarte para encontrarte ahora. No eres
responsable de haber sido herido, pero sí lo eres de no trabajarte para sanar
ahora. No eres responsable de lo que te pasó de niño, pero sí lo eres de no
trabajarte para integrarlo ahora. Inicia tu proceso de sanación,
responsabilizarte de quién eres ahora. Leva anclas, abandona las quejas, zarpa
del pasado.
Es fácil seguir tus instintos y hacer lo que
quieres, cuando vas al unísono de la gente que te rodea, del ambiente en el que
te mueves. Lo difícil es ser tu mism@, seguir tus instintos y hacer lo que
quieres, aunque esto signifique ir a contracorriente. Es en estos momentos,
donde puedes percibir la presión externa y la interna con sus deberías,
justificaciohnes, etc..
..
La gran aventura de
nuestras vidas.. ¿Qué es "el fin
del mundo" salvo una frase?;
porque ¿quién sabe siquiera lo que es el mundo? Yo ya he
vivido, he visto las ilusiones de uno hechas trizas por otro, he sido
eternamente joven, carente de ilusiones, viviendo de momento a momento de una
manera que me hizo imaginar un reloj de plata repiqueteando en el vacío; con la
superficie pintada, las manecillas delicadamente talladas sin que nadie las mirara, iluminado por una luz que
no era luz, como la luz con la que Dios creó al mundo antes de que creara la
luz. Latiendo, latiendo, latiendo, con la precisión del reloj, en una
habitación tan vasta como el universo.
De repente sentí el
deseo de estar en el cuarto, escuchando el sonido de las voces de las mujeres,
que suben y bajan con los Aves, el ruido de los rosarios, el sonido de las
velas de cera. Pude recordar las lamentaciones. Era algo palpable, como si
fuera ayer, detrás de una puerta. Me vi.caminando rápido por un corredor y
abriendo suavemente la puerta.
La gran fachada de la catedral se levantó en una enorme masa
oscura del otro lado de la plaza, pero las puertas estaban abiertas y adentro
pude ver una luz suave, trémula. Era la tarde del sábado y la gente iba a la
confesión para la misa del domingo. Las velas ardían en los candelabros. Al final de la nave, el altar se
elevaba entre las sombras cubierto de flores blancas.
No tenía miedo. En todo caso, deseaba que pasara algo, que
esas piedras temblaran cuando yo cruzara el atrio en sombras y viera el distante
tabernáculo en el altar. Recordé que había pasado en una ocasión cuando las
vidrieras estaban radiantes y los cánticos resonaban. Entonces había vacilado,
preguntándome si había algún secreto que no me hubiesen revelado. Sentí ganas
de entrar, pero había rechazado la idea, deshaciéndome de la fascinación de las
puertas abiertas, la multitud de gente haciendo una sola voz.
Ahora no sentí miedo," en todo caso sentí
ganas de tener algún temor, de encontrar alguna razón para tener miedo cuando
avanzaba lentamente a lo largo de los altos muros ensombrecidos. Hacía frío y
estaba húmedo pese al verano.
"Oye y ve",
me dije a mí mismo. Y con este acto de voluntad, mis sentidos emergieron del
tormento. A mi alrededor, en la penumbra, oí el susurro de las oraciones, el
leve repiqueteo de los rosarios; el suave gemido de la mujer que se hincó en la
duodécima estación.
De improviso me puse
a buscar esa muñeca en el recuerdo, del modo absurdo y frenético de quien busca
algo en una pesadilla, llegando a puertas que no se abren o cajones que no se
cierran, sin saber por qué su esfuerzo. Palpaba en la oscuridad nada excepto las húmedas paredes de ladrillo.
¡ Por qué la súbita
visión de una silla con un mantón encima me inspira ¡
No hay comentarios:
Publicar un comentario