sábado, 8 de noviembre de 2014

" ANTIGUAS VERDADES "

En mis sueños sigo abrazándola, ángel, amante
Y en mis sueños beso sus labios amante, musa
¿ Y oye ella mis himnos esta noche, de Damas y Caballeros de antiguas verdades ?
¿ O sube por algún distante sendero donde la poesía y la canción la puedan encontrar ?

   La voz se desvaneció entre una suave estela de notas eléctricas para ser finalmente absorbida por el ruido caótico que la rodeaba. Salió a andar a la brisa húmeda e hizo camino hacia la esquina. Resultaba atractiva la pequeña calle ajatreada. La florista continuaba vendiendo sus capullos bajo el toldo. Tras los cristales de los cafés las personas cenaban o pasaban el tiempo ante sus periódicos.
Ella estaba allí; Lo sentía vaga pero infaliblemente.
   Llegó al bordillo y se detuvo. Apoyó la espalda en el poste de hierro del farol, y respiró el aire fresco que descendía de la montaña. Desde allí, siguiendo la rectilínea se captaba una excelente panorámica del centro de la ciudad muy parecida a un bulevar de París. Y por todas partes en derredor suyo las suaves pendientes urbanas recubiertas de alegres ventanas iluminadas.
   Sí pero..., ¿ dónde se encontraba ella exactamente ?
   Cerró los ojos. Escuchó. Al principio le llegó el gran estruendo desatado de miles de voces, imágenes superpuestas, imágenes entrecruzadas. El ancho mundo entero amenazaba con abrirse y tragarla con sus incesante lamentaciones.
   El atronador clamor se disipó lentamente. Captó un estremecimiento de dolor de un transeúnte que pasó por su lado. Y en un elevado edificio de la colina, una moribunda soñaba en las peleas de la infancia. Luego, en un difuminado y continuo silencio, vio lo que quería ver, que en ese momento se paraba en seco. Ella se sabía observada .Una mujer alta y morena con el pelo peinado en una sola trenza que le colgaba por la espalda, parada en una de las calles limpias y desiertas del centro de la ciudad, no lejos de él. Vestía cazadora caqui, pantalones vaqueros y jersey marrón. Y un sombrero no muy diferente del suyo le cubría los
ojos; sólo una rendija de su rostro aparecía por encima del cuello levantado. Ahora cerró su mente, y se rodeó con eficacia de un escudo invisible. La imagen se vaporizó.





Pero, ¿y los demás? el amable, de pelo oscuro y ojos verdes, cuyos pasos sonaban despreocupados al andar, quien incluso silbaba para sí en las calles oscuras, de tal forma que las personas lo oyeran venir.
Casi al instante, vio que entraba en un salón vacío. Acababa de subir las escaleras del sótano donde había dormido su sueño diurno en una cripta oculta tras un muro. No era consciente de que lo estaban observando. Con sedosos pasos largos cruzó la polvorienta pieza y se detuvo a mirar, a través del sucio cristal, al denso flujo del tráfico rodado. La misma vieja casa  De hecho, poco había cambiado en aquella elegante y sensual criatura que había provocado cierta pequeña agitación con sus confesiones
Excepto que ahora era ¿/quien esperaba ?. Había tenido sueños perturbado res; tenía miedo, antiguas y desconocías añoranzas le llenaban el pecho.
Con reticencia, dejó que la imagen se fuera. Sentía mucho afecto por éste.. Y este afecto no era sensato,  poseía un alma dulce y educada. Sin embargo, estaba seguro de que podría sobrevivir tanto tiempo como ellos. Eran curiosas las clases de valor que contribuían a la resistencia. Quizá tenía algo que ver con la aceptación. Pero entonces, ¿cómo explicar lo de derrotado y lleno de cicatrices y de nuevo en pie?
Ahora sonreía de nuevo. « Eres la criatura más recondenada de la tierra.. ¡Sí, un príncipe malcriado!» Lentamente, reinicio cada detalle del rostro y oscureciéndose con la risa; la generosa sonrisa; la forma en que juntaba las cejas en un fruncimiento juvenil; los estallidos súbitos de ánimo exaltado y el humor blasfemo. Incluso podía avistar la postura gatuna de su cuerpo. Tan poco frecuente en un hombre de complexión masculina. Tal fuerza, siempre tal fuerza y tal irreprimible optimismo.El hecho era que no había formado su propia opinión acerca de la empresa en conjunto, sólo sabía que lo divertía y lo fascinaba. Por supuesto, no tenía intención de vengarse por haber contado sus secretos.
Lo que le importaba era que, por primera vez en muchos años, había advertido que pensaba en términos de pasado y de futuro; había advertido que era más intensa su consciencia...
   Y allí subyacia la estancia de la época, una índole muy materialista, rechazando cada paso de lo milagroso. Con un valor sin precedentes, basando su solidez en las antiguas verdades.
Hace doscientos días habían discutido esas mismas cosas en una isla del Atlántico. El sueño de un mundo sin dios y auténticamente moral, en donde el amor del prójimo sería el único dogma. Un mundo al que no pertenecemos. Y ahora aquel mundo se había hecho casi realidad..
Guardad vuestros secretos,
guardad vuestro silencio.
Es un don mejor que la verdad...






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