domingo, 21 de diciembre de 2014

" CERCA DEL TÚNEL "

Días de cuentos y cierta magia, fichas en castillos de muñecas, luces y deseos ohhh..¡¡
 Aún así bajaré a la más estricta humildad, tratando de pasar en puntillas, prefiero evadirme en el recuerdo sin intentar pasar por el futuro.
 El futuro está demasiado caro no hay quien lo compre .El presente es recomendable pasar página tan rápido que se pueda, igual que pasan los días ante las luces del faro de la Utopía.

¿ Hola ahí abajo ?
Allí abajo había aprendido una lengua, aunque sólo a leerla, haciéndose alguna idea aproximada de su
pronunciación, si es que a eso podía llamarse aprender lenguas. Había trabajado también en fracciones y decimales y probado un poco con el álgebra, pero era, igual que había sido de niño, bastante torpe para las cifras. Cuando estaba de servicio era necesario que permaneciera siempre en aquel canal de aire húmedo y no podía subir nunca hasta donde lucía el sol, por encima de aquellos elevados muros de piedra? Bueno, eso dependía de los momentos y las circunstancias. En ciertas ocasiones había menos movimiento en la vía que
en otras, y lo mismo podía decirse de ciertas horas del día y de la noche. Cuando el tiempo era bueno, elegía esos momentos para elevarse un poco por encima de las sombras inferiores, pero como en cualquier momento podían llamarle con la campana de la estación, y en esas ocasiones prestaba atención para escucharla con renovada ansiedad.
Una noche estaba sentado aquí, bajo la luz de la luna, cuando oí una voz que gritaba:  ¡Hola, ahí abajo!
Me levanté, miré desde la puerta y vi a ese Otro de pie junto a la luz roja que hay cerca del túnel.. La voz parecía áspera pero sin estridencias, y gritaba: ¡Cuidado! ¡Cuidado!» Cogí la lámpara, la puse en luz roja y corrí hacia la figura preguntándole que qué pasaba, qué había sucedido, dónde. Estaba ligeramente fuera del túnel. Avancé hasta acercarme tanto que pensé que iba a chocar con la manga de su brazo. Corrí hasta allí y ya había extendido mi mano Para apartarle el brazo cuando desapareció.
 


Telegrafié en ambas direcciones: «He recibido una alarma. ¿Hay algún problema?» Desde ambas llegó la misma respuesta: «Todo está bien».escuche por un momento el viento en este valle artificial mientras hablamos en voz tan baja, y el sonido que provocan los cables del telégrafo.
      Días después de la Aparición sucedió el conocido accidente de esta vía, no podía negar que se trataba de una coincidencia. Aunque debía admitir que los hombres con sentido común no tienen en cuenta esas coincidencias al analizar de manera ordinaria la vida. Pero es incuestionable que continuamente se producen notables coincidencias.

  Por eso no tengo ni paz ni descanso. Durante muchos minutos seguidos, y de una manera dolorosa, me grita: «¡cuidado ahí abajo!» Y sigue haciéndome señas. Hace que suene la campana..

-¿Sonó la campana ayer por la noche cuando yo estaba aquí y usted salió hasta la puerta?
-Por dos veces.
-Bien, ya veo que su imaginación le está desorientando. Yo tenía la vista fija en la campana, y los oídos bien abiertos a su sonido, y tan seguro como de que estoy vivo que NO sonó en esas ocasiones. No, ni en ningún otro momento, salvo dentro del curso natural de las cosas físicas, cuando la estación trata de comunicar con usted.
-¿Querría venir conmigo hasta la puerta y mirar ahora?
. Abrí la puerta y salí hasta el primer escalón, mientras permanecía en el umbral. Estaba allí la luz de peligro. También la boca tenebrosa del túnel. Los altos muros de piedra. Y por encima las estrellas
¿por qué no me dijo dónde iba a producirse ese accidente... si iba a producirse?
 ¿Por qué no me dijo cómo podía evitarse... si es que podía evitarse?
Por ello,dejando a un lado toda cuestión de realidad o irrealidad, cualquiera que cumpla plenamente con su deber tiene que hacerlo bien por fuerza, y que al menos tenga el consuelo de que entienda cuál es su deber, aunque no pueda entender aquellas apariciones.
.El hombre, vestido con un arrugado traje oscuro, se acercó al lugar que ocupaba anteriormente junto a la boca del túnel.
 A1 coger la curva del túnel, señor, le vi al final, como a través de unas gafas para ver de lejos. No tenía tiempo para reducir la velocidad, pero sabía que él era muy cuidadoso. Como no parecía prestar atención al silbato, dejé de pitar cuando nos alanzábamos sobre él y grité tan fuerte como pude.
-¡El de ahí abajo! ¡Cuidado! ¡Por Dios¡ Me sobresalté.
-¡Ay! Fue un momento terrible. ¡ Ay Señor !. No dejé de gritarle. Me llevé el brazo ante los ojos para no verlo y agite el otro hasta el final, pero no sirvió de nada.
Sin prolongar la narración en ninguna de las circunstancias más que en otra, antes de terminar debo sin embargo señalar la coincidencia de la advertencia del conductor de la máquina, no sólo incluía las palabras, sino también las palabras que yo mismo,  había asociado, gestos de mi propia mente.


   

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