viernes, 5 de diciembre de 2014

" St. Michel "



Observando lo que va sucediendo, expectante... en ocasiones invadido por el miedo de saber si estoy recorriendo bien el camino, acompañado del miedo a estar en el camino adecuado... ¿qué hago con todo esto? NADA! seguir observando sin más objetivo... seguir caminando hacia un destino incierto, todo lo que es, es perfecto para mí en cada momento... y aunque en este momento es incómodo, me mantengo para poder ver...
Siempre nos podemos encontrar personas que no sepan o no puedan o no quieran esperar, bajo el pretexto, normalmente, de sus prisas. Siendo poco adecuadas, nos causan dolor, enfado e incomodidad....
Por mucho que la intensidad emocional te impulse a "enviarlas a tomar viento" y a pedirles que desaparezcan de tu vida.... espérate, espérate y espérate... ¿a qué? ni idea... tu espérate (haz lo que el otro no ha hecho)
Recuerda que todo lo que sube baja. Cuando la vida te haga subir no pierdas nunca de vista tus bases, aquello que realmente es importante, no lo temporal si no lo que nunca pasa, aquello o aquellos que siempre están contigo.
El éxito y el fracaso no se mide por tus logros si no por saber hacia dónde se dirigen tus logros y a quien benefician.
A mi cabeza vienen constantemente dos palabras…HUMILDAD y COHERENCIA. La humildad nos sirve para gestionar el ego y saber lo que realmente somos y no creernos lo que en un momento de ebullición podemos o nos gustaría creer que somos. Y la coherencia nos enmarca el camino para escucharnos y a través de ser auténticos, ser nosotros mismos, llegar a la auténtica meta…hacer mi vida sintiéndome en paz, sintiendo paz.




 ¡Te he estado buscando! ¡He venido a París a buscarte! —me obligué a pronunciar esas palabras y vi. que sus modales y su cuerpo recuperaban su auténtico ser, y extendió una mano como para pedir la mía, pero, de repente, me empujó hacia atrás haciéndome perder el equilibrio. Pude sentir la camisa empapada y pegada al cuerpo cuando me enderecé con una mano tiznada, porque me había apoyado en la pared húmeda.
Ojala pudiera describirte su fortaleza.
Pero algo en mi interior me dijo: "Muéstrale tu propio poder"  Le pegué a la noche, la noche vacía girando debajo de ese farol, y me quedé mirando a mi alrededor, solitario y hecho un perfecto idiota. Esto era una prueba de alguna clase, lo supe entonces, aunque conscientemente fijé mi atención en la calleja oscura, en el vacío de los portales, en cualquier sitio donde pudiera haberse escondido.
Hubiera dado el mundo para satisfacerla, el mundo que ahora poseíamos, que al mismo tiempo parecía vacío y eterno. No obstante, me sentía ofendido por sus palabras y sus ojos, y ninguna explicación —que me pasaban y pasaban por la cabeza, incluso en mis labios con susurros desesperados cuando dejé la rué St. Michel y entré más y más profundamente en las callejas más oscuras y antiguas del Barrio Latino, ninguna explicación parecía calmarme cuando imaginé su propia insatisfacción o mi propio tormento.
Por último dejé las palabras, excepto un cántico extraño. Estaba en el silencio negro de una calleja medieval, y ciegamente seguí sus bruscos giros, reconfortado por la altura de sus angostos edificios que parecían capaces de caerse en cualquier momento, cerrando la calleja bajo las estrellas indiferentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario