Y ahora, apretar y empujar en la sala, y lo amaba, amaba el gentío arrastrándolos más y más hacia las puertas interiores. Ni siquiera podía levantar el brazo, de tan apretujados que estaban; no obstante, chicos y chicas conseguían adelantarlo a base de codazos, lo zarandeaban con sus choques deliciosos; volvió a reír al ver los póster de tamaño natural de él cubriendo las paredes.
Sintió unos dedos recorriendo su espalda; y sintió también un cambio repentino en el cuerpo. Más adelante, una mujer pelirroja había vuelto la cabeza y los miraba atentamente mientras se dirigía hacia la puerta abierta.
Una suave descarga eléctrica y cálida recorrió su cuerpo, el pelo rojo ¡Tan igual al de las gemelas del sueño! Pareció que sus ojos verdes se hubieran clavado en él.
Luego ella se volvió; su rostro se esfumó y desapareció en el interior de la sala.
—No —susurró. Leve balanceo de la cabeza. Tenía una furia silenciosa, podía notarla. Tenía la mirada rígida y vidriosa de cuando estaba profundamente ofendido ..Le vino a la cabeza de algún lugar de su reserva memorística; máscara animal. Voz antigua para hechicera. Pero ¿qué significa en realidad?
Centelleo de profundo dolor en sus ojos. Pero ahora ya no tiene ninguna importancia.
Conducía el coche él mismo, dando acelerones y abriéndose paso con el parachoques por entre los tiernecitos fans, a la par que flirteaba, hacía guiños, seducía ,como si él y su pie en el pedal de gas no estuvieran unidos. Alegría. Triunfo. Era lo que sentía y conocía en aquel momento. Y su reticente compañero, el de pelo oscuro, que iba en el coche junto a él, contemplando con timideza a los niños chillones como si fueran aves del paraíso, no comprendía lo que en realidad estaba sucediendo.
Tampoco sabían que la pelirroja había despertado. Ni nada acerca de sus sueños. Su ignorancia era asombrosa. Y sus mentes jóvenes eran tan transparentes...
Estaba ahora preparado para hacer frente a todo el mundo. Llevaba sus pensamientos y sus intenciones como una banda de honor. ¡Cazadnos! —Eso era lo que gritaba a sus fans, aunque no lo oyeran. Somos malvados. Somos perversos. Está muy bien que ahora cantéis y os divirtáis con nosotros. Pero cuando comprendáis bien, entonces el asunto empezará en serio. Y recordaréis que nunca os mentí
.¡Quiero ser bueno! ¡Moriría por serlo! Pero no hubo indicios de quién o de qué había recibido el mensaje., el observador, el paciente, estaba allí a causa del amor puro y simple. Se habían encontrado sólo la noche anterior en el refugio, y su reunión había sido una de las más extraordinarias.
Pero los temores y esperanzas de ambos respecto a la noche eran de una humanidad que rompía el corazón.
Pero tampoco la mayoría de bebedores que había esparcidos entre la muchedumbre tenían conocimiento de aquellos simples hechos. Eran demasiado jóvenes para escuchar las advertencias de los viejos, para oír los gritos de los sentenciados a perecer. Los sueños de la pelirroja sólo los habían confundido. Desde lugares diversos espiaban rebosantes de fervor. Lo destruirían o harían de él un dios. No se percataban del peligro que se cernía sobre ellos.
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