viernes, 19 de diciembre de 2014

" DANZA NOCTURNA "

Era una muñeca, la muñeca de una niñita con pelo rubio y ojos verdes, adornada con lazos y cintas, de cara amable y ojos grandes, con sus pies de porcelana repiqueteando.Y los ojos parecieron endurecerse cuando tuvo la muñeca y sus labios se estiraron en una sonrisa cuando le acarició el pelo. Échate, pareció hundirse entre los cojines del sofá, el tafetán verde crujiendo y cediendo cuando tomó asiento a su lado y le echó los brazos al cuello. Vio que la muñeca resbalaba y casi caía al suelo, pero la mantuvo en el aire, con su cabeza echada hacia atrás, los ojos firmemente cerrados y los rizos acariciándole la cara .Temía el sonido de sus pasos en la alfombra; el sonido de las puertas cerrándose para dejarnos a solas con el odio que se levantaba entre los dos como un vapor asesino .Pero cuando levanté la mirada, estaba allí de pie, como transfigurada y perdida en sus propios pensamientos, todo el rencor y la amargura habían desaparecido de su cara, de modo que tenía la expresión en blanco de una muñeca. Todo lo que me has dicho es verdad —le dije—. Me merezco tu odio. Lo merecí desde el momento en que la tuve en mis brazos. Ella pareció ignorante de mi presencia y en los ojos tenía una tenue luz. Su belleza me hizo arder el alma de un modo que apenas lo pude soportar.
 



 —Sus ojos,serenos, se posaron en mí—. ¿No lo deseas hacer ahora?—¡Hacerlo ahora! —Le pasé un brazo por los hombros y la acerqué aún más—. ¿Estás loca? ¿Cómo me dices semejante cosa? ¡Si quiero hacerlo ahora!—Quiero que lo hagas —dijo ella—. Agáchate ahora tal como lo hiciste entonces, sácame
toda la pasión gota a gota, toda la que puedas con tu fuerza, empuja mi corazón hasta el límite.Soy pequeña; tú lo puedes hacer. No resistiré. Soy algo frágil que tú puedes aplastar como a una flor.—¿Estás hablando en serio? ¿Hablas en serio?
¿Morirías conmigo? —me preguntó con tono irónico y burlón—. ¿Morirías de verdad conmigo? —insistió—. ¿No comprendes lo que me está sucediendo?  Veo el poder en tus ojos. Veo tu sufrimiento, tu pena, el amor que no puedes ocultar. Da media vuelta, haré que me mires con esos ojos que lo desean; te haré escuchar.

—No, no, es una locura, es una brujería —dije, tratando de desafiarla—. Eres tú quien quiere todo ese amor.  ¡No lo haré! Oh, si ella pudiera haberme comprendido. Ni por un instante pude creer realmente en sus palabras, de ese distanciamiento que estaba más allá de la venganza, algo contra lo cual mi furia no era más que una burla, un intento vacío de oponerme a una voluntad tenaz. Y se me había encogido el corazón como si, al negarme ese amor que me había sostenido toda una vida, me hubiese dado un golpe mortal. El cuchillo estaba allí. Yo me moría por ella, me moría por ese amor tal como me habría muerto aquella primera noche en que me había entregado, la había hecho fijarse en mí y le había dicho mi nombre; ese amor que me había abrigado en el odio que sentía por mí mismo, que me había permitido existir...
La niña que había convertido en bailarina sufría. Su sufrimiento era igual al mío. Y di la bienvenida al silencio. En algún momento durante las pocas horas que quedaban de noche, me encontré ante la ventana abierta sintiendo la lenta bruma de la lluvia. Brillaba en las ramas de los helechos, sobre las dulces flores blancas que se inclinaban, se agachaban y por último quebraban sus tallos. Una alfombra de flores llenaba el pequeño balcón, con los pétalos suavemente golpeados por la lluvia .Quizá fue la noche, el cielo sin estrellas, las lámparas congeladas en la bruma lo que me daba un bienestar que no había solicitado.
"Tú eres la noche y únicamente la noche te comprende y te cubre con sus brazos". Uno con las sombras. Sin pesadillas. Una paz inexplicable



No hay comentarios:

Publicar un comentario